
Procesos de empoderamiento y acceso a derechos en las poblaciones (semi) ocultas drogodependientes. Una investigación orientada a la evaluación de la efectividad de los recursos sociosanitarios y a la evaluación de impacto de las políticas públicas
Año:
2021 – 2023
Autoría:
David Pere Martínez Oró, Olatz Ribera Almandoz, Sara Amos Rubio, Paz Olaciregui Rodríguez, Sara Sáez Sanchez, Joan Soler
Entidad financiadora:
Subvención concedida por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 con cargo a la asignación tributaria del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas
Las necesidades que justifican el programa se fundamentan en el análisis de la realidad social realizado en diferentes investigaciones, especialmente en el programa de estudio «Opiáceos en España». Las necesidades de los colectivos de estudio de esta investigación se han acentuado a tenor de la pandemia por COVID-19 (2021). Las necesidades empíricas más robustas son:
- Desfragmentación del perfil de persona consumidora de heroína y otros opioides. El perfil clásico de heroinómano respondía al de hombre, joven y español. La percepción social aún conceptualiza al heroinómano con estos rasgos, aunque en la actualidad este perfil es totalmente minoritario, y en todo caso, el perfil más visible es el hombre, envejecido y español (Martínez Oró, 2019). Las evidencias nos acreditan una clara desfragmentación del perfil de persona usuaria de heroína y otros opioides debido a una progresiva incorporación a los consumos de otros perfiles, hasta el momento, ausentes en los recursos de atención a las drogodependencias. Dar respuesta y atención sociosanitaria a estos colectivos deviene una necesidad para mejorar la salud pública (Arrarteko, 2017). Los nuevos perfiles son: progenitores consumidores de drogas con menores a su cargo, con especial atención a las mujeres, menores no acompañados [MENA] con drogodependencia, personas drogodependientes excarceladas, ravers-travellers, extranjeros drogodependientes, drogodependientes envejecidos. Caracterizamos a estos perfiles en el próximo punto (6.2).
- Necesidad de conocer los procesos psicosociales y los mecanismos socioculturales de las poblaciones (semi) ocultas que delimitan y posibilitan las condiciones de existencia y dificultan o impiden acceder a los recursos de atención sociosanitaria.Para mejorar sus condiciones de existencia, calidad de vida y que puedan ejercer sus derechos de ciudadanía, debemos conocer cómo:
- Actúan los mandatos de género.
- Conceptualizan los procesos de salud-enfermedad-atención, especialmente en lo relativo a la dependencia a las drogas.
- Construyen su estilo de vida, así como, su identidad personal y grupal.
- Dan cuenta de sus necesidades sociosanitarias percibidas y de las dificultades para cubrirlas.
Las mujeres sufren barreras de acceso que les imposibilita acceder a los recursos asistenciales. La literatura acredita que las mujeres drogodependientes sufren notables dificultades para acceder a un tratamiento. Y, cuando lo hacen, constatan que su funcionamiento está regido por una lógica masculina que condiciona su recuperación (Hansen, 2020). La mujer drogodependiente sufre triple estigma: por mujer, por drogodependiente y por no cumplir con las expectativas que se esperan de una mujer (cuidadora, atenta, entregada, sacrificada por la familia y los suyos, etc.) (Romo y Pérez, 2013; Martínez, 2009). En los colectivos de estudio, si en su conjunto están (semi) ocultos, con los bretes sociosanitarios que esto implica, tenemos evidencias deductivas robustas para considerar que, debido a los mandatos de género hegemónicos, las mujeres de estos colectivos viven:
- En situación de extrema vulnerabilidad.
- Expuestas a violencia de género y sexual.
- Con un acceso precario o inexistente a la atención sociosanitaria.
- Inhabilitadas por motivos de género a ejercer sus derechos de ciudadanía.
Omisión de la perspectiva de género en la atención y los recursos asistenciales (Guzmán y Pérez, 2005). La inmensa mayoría de los recursos asistenciales de tratamiento de las drogodependencias son producto de la «crisis de la heroína» (Martínez y Conde, 2013). El marco interpretativo que aún emplean gran parte de los profesionales asistenciales es deudor de dicha «crisis». Entender el fenómeno de las drogodependencias a partir de un relato de unos tiempos y realidades pasadas, implica, entre otras consecuencias, la omisión estructural de la perspectiva de género y las necesidades de las mujeres. La mayoría de los centros son «hombrecentristas», pensados y diseñados para dar tratamiento a los hombres. Las mujeres siempre han sufrido barreras de acceso a los centros de tratamiento porque se omiten sus necesidades. Además, en ocasiones, los centros de tratamiento se convierten en un lugar de riesgo de las mujeres porque pueden sufrir agresiones, robos y violencia física y psicológica, de los hombres en general, pero especialmente de exparejas. La necesidad acuciante de incorporar la perspectiva de género y dotar a los centros de unos protocolos de actuación acordes con las necesidades de las mujeres justifica el presente proyecto.
Escasa adherencia y nula efectividad de los tratamientos de drogodependencias dirigidos a las poblaciones (semi) ocultas. Más allá de la adherencia, las evaluaciones de efectividad de los programas y protocolos dirigidos a estos colectivos (o la ausencia de estos) son escasos, parciales o antiguos (Vega y Gutiérrez, 2018). Disponer del conocimiento situado de los colectivos, así como, de la cosmovisión de las personas profesionales de los recursos sociosanitarios, nos posibilitará evaluar la efectividad de estos, especialmente los de drogodependencias. La aplicación de los resultados debería permitir que la red sociosanitaria pueda cubrir con mayores garantías las necesidades de la población (semi) oculta. La finalidad es ofrecer un conjunto de recomendaciones y protocolos con perspectiva de género que permitan mejorar el acceso, la cobertura y la calidad asistencial de los recursos sociosanitarios. Amoldar la oferta asistencial a las poblaciones (semi) ocultas que, hasta el momento, son reactivas debe permitir mejorar la calidad de vida de estos colectivos, en consonancia con las Convenciones de Derechos Humanos, así como, potenciar la equidad y la cohesión social, disminuir las desigualdades sociales y mitigar las dinámicas de exclusión.
Estigmatización mordaz de los colectivos drogodependientes. La tremenda estigmatización, y en ocasiones criminalización, de los colectivos drogodependientes, especialmente las mujeres, representa el principal escollo para que puedan acceder a los recursos sociosanitarios, recibir un tratamiento de calidad y ejercer sus derechos de ciudadanía. El estigma los expulsa a los márgenes sociales y los condena a unas condiciones de existencia intolerables en un Estado social democrático de derecho como es España (Calvo, 2021).
Compraventa de metadona. La compraventa de metadona ha aumentado en los últimos años (Ministerio del Interior, 2019). Esto evidencia que algunas personas, para abandonar (o reducir) el consumo de heroína, compran el sustitutivo en el mercado negro porque, por diferentes motivos a dilucidar, son reactivos para inscribirse en un programa de dispensación de metadona.
Dispensación «anormal» de jeringuillas. Algunas farmacias, sobre todo de las periferias urbanas, que participan en los programas de intercambio de jeringuillas, despachan una gran cantidad de jeringuillas que no se corresponde con el número de personas drogodependientes «bajo el radar» de los recursos sociosanitarios de la zona (Martínez Oró, 2019).
Falta de protocolos y conocimiento para atender a las poblaciones (semi) ocultas drogodependientes. Existe la necesidad en diferentes colectivos de drogodependientes de recibir una atención adecuada porque, más allá de barreras de acceso, los recursos sociosanitarios no disponen de protocolos ni programas ajustados a sus necesidades. En gran medida, esta situación es producto de la falta de evaluación de las políticas públicas dirigidas a la población drogodependiente, especialmente aquellas más ocultas. La presente investigación debe ofrecer el conocimiento necesario para implementar protocolos y programas con perspectiva de género adaptados a las necesidades de los diferentes colectivos, así como, ofrecer una evaluación de impacto de las políticas públicas aplicadas en el momento, junto a un conjunto de recomendaciones para mejorarlas.
Población de estudio
Drogodependientes:
- Menores no acompañados [MENA] con drogodependencia: En los últimos años, los menores no acompañados han provocado una gran atención mediática (EDADES, 2020). Sus consumos de drogas motivados por una existencia precaria e incierta no son atendidos en los recursos asistenciales. La correcta adecuación de los recursos asistenciales a sus necesidades permitirá reducir el pánico moral asociado a este colectivo y garantizarles sus derechos de ciudadanía.
- Personas drogodependientes excarceladas. Una de las consecuencias más terribles de la «crisis de la heroína» de los ochenta y noventa fue los procesos penales de los adictos. Algunos después de acumular y encadenar múltiples condenas, han pasado gran parte de su vida en prisión. Algunos han cumplido más de veinte años privados de libertad. En los últimos años, estas personas han sido excarceladas, sin red social ni trabajo, han regresado a los contextos de consumo y a las economías informales. La inadecuada disposición de los recursos asistenciales a este perfil provoca que las personas excarcelas sean reactivas a adherirse a tratamientos.
- Ravers-travellers. En la última década, ha proliferado el perfil raver-traveller, algunos son españoles, pero una gran parte proceden de otros países europeos, con especial incidencia de Italia. Estos se caracterizan por un estilo de vida (semi) nómada, ocupar y sobrevivir a partir de actividades informales o directamente ilegales, como es el caso del tráfico de drogas. Su prevalencia tiende al aumento. Disponemos de evidencias que algunos han intentado vincularse a tratamiento de adicciones a opiáceos, pero ha sido imposible compatibilizar su estilo de vida con las normativas de los recursos asistenciales.
- Extranjeros drogodependientes. En algunos países, ser adicto a las drogas es motivo de detención, tortura y encarcelamiento. En los últimos años, España ha recibido multitud de personas que se habían convertido en adictas en sus países de origen, especialmente países de tránsito de la heroína / opio procedente de Afganistán, como Georgia, Rumanía, Bulgaria, Azerbaiyán y el propio Afganistán, porque en España ser adicto o consumidor no es delito penal y pueden sobrevivir sin que sus derechos humanos sean vulnerados. Debido a su situación irregular, las dificultades idiomáticas y las diferencias culturales son totalmente reactivos a solicitar ayuda especializada. En consecuencia, languidecen en situación de ilegalidad y sin atención sociosanitaria. Si en todos los colectivos objeto de este programa sus derechos de ciudadanía son vulnerados, en este colectivo es especialmente acuciante.
- Drogodependientes envejecidos. Los recursos asistenciales en drogodependencias atienden a personas cada vez más envejecidas. Algunas de estas, por motivos diversos, pero especialmente porque el tratamiento no responde a sus necesidades, deciden abandonarlo, y volver a engancharse a la heroína. Ahondar en sus necesidades permitiría ajustar los tratamientos a sus expectativas y necesidades, es objetivo de este programa.
- Progenitores consumidores de drogas con menores a su cargo, con especial atención a las mujeres. La larga historia de los consumos de drogas comporta que una parte importante de adictos sean padres y madres. Las mujeres debido a la estructura patriarcal sufren con mayor mordacidad los procesos de exclusión y estigmatización. En la mayoría de los casos, las mujeres son extremamente reactivas a vincularse a unos recursos asistenciales porque temen perder la custodia de sus vástagos, o que les obligarán a cumplir unas normas incompatibles con su estilo de vida. Conocer en profundidad las necesidades de las madres drogodependientes permitirá mejorar la calidad asistencial, así como su validad de vida, y por extensión las de sus hijos e hijas.
Profesionales:
- Profesionales de la medicina (psiquiatría, medicina de atención primaria, médicos internistas). Los profesionales de la medicina son quienes rigen los procesos terapéuticos de cada uno de los pacientes y los únicos responsables de la medicación. Conocer su cosmovisión es capital para eliminar las barreras de acceso de las poblaciones (semi) ocultas.
- Profesionales de la psicología. Las profesionales de la psicología son las responsables de las terapias de orden psicoemocional. Aquilatar sus discursos es capital para conocer los estilos de vida y los procesos de construcción de la realidad de las poblaciones (semi) ocultas. Además, son quienes mejor conocen los déficits de atención a ciertas poblaciones, especialmente a mujeres.
- Profesionales del ámbito social (educación y trabajo social). Las profesionales de lo social conocen las necesidades de las poblaciones ocultas y son el perfil de los recursos asistenciales que más contacto mantiene con las poblaciones (semi) ocultas.
- Otros profesionales de los recursos asistenciales (celadores, seguridad). Estos perfiles, aunque no directamente relacionados con la asistencia, también ofrecen información sobre la realidad de los recursos asistenciales. Son «elementos puerta» de gran valor para alcanzar los objetivos del programa.